domingo, 27 de febrero de 2011

Orientación en La Marina

Domingo. Siete de la mañana. Suena el despertador. Estamos locos.

Cuando el reloj alcanzaba la escarpada cima de las ocho de la mañana, Gema y yo recogíamos a mi amigo Agustín -a quien veréis aparecer con cierta frecuencia en los comentarios de este blog- en su casa, y nos dirigíamos a La Marina (Alicante), donde tenía lugar una nueva carrera de orientación, organizada esta vez por la Universidad de Alicante, lo que ha propiciado que concurriera al evento un gran número de jóvenes universitarios y universitarias. Además, la carrera era la cuarta del año puntuable para la Liga Regional de Murcia y valedera también para la Liga de la Comunidad Valenciana, el Campeonato Autonómico de Deporte Universitario y el Campeonato Escolar de la Comunidad Valenciana. Ahí es nada...

sábado, 26 de febrero de 2011

Psicología de andar por casa

Disponemos de una gran abundancia de recursos que nos enseñan técnicas para cultivar nuestro cuerpo. Desde el más básico mantenimiento hasta la más avanzada musculación, podemos optar por un sinfín de tablas de ejercicios que mantendrán nuestro cuerpo fat-free, cuanto menos.

Más dispersas y confusas se nos muestran las opciones para el perfeccionamiento de nuestra mente. ¿Acaso es menos importante ser feliz con nosotros mismos que tener un cuerpo diez? ¿Estamos tan obsesionados con mitigar ese antiestético michelín que no alcanzamos a comprender que lo que nos atormenta no es realmente ese pliegue de gordura (según dicta la RAE en la definición de michelín) sino la profunda autoincomprensión de la que adolecemos?

jueves, 24 de febrero de 2011

Periodismo del bueno en la sierra andaluza

Motivado por la admiración que profeso al brillante trabajo que realizan los chicos de El Mundo Today, intenté ponerme en contacto con una de sus redactoras con el fin de concertar una entrevista para EBDJASA.

No fue difícil localizar a Angelita, quien compagina su tarea de escritora y reportera con la de profesora de apoyo en un instituto de Puebla de Don Fadrique (Granada). Allí nos recibió el pasado viernes alrededor de las once de la mañana, cuando acababa de impartir su última y única clase de ese día.

miércoles, 23 de febrero de 2011

El 23-F: una fecha clave

En el año 1981, el día 23 de febrero se hizo un hueco en la historia de las fechas célebres de nuestro país. Desde aquel día, los medios de comunicación repiten año tras año las mismas imágenes, los mismos sonidos, los mismos textos. No me parece mal, pese a lo reiterativo. Es parte de nuestra historia y veo razonable que, al menos, dediquemos un día al año a recordar cada uno de nuestros puntos de inflexión.

En lo personal, la fecha del 23-F es importante por otro motivo. Justo cuatro años antes de la entrada de Tejero en el Congreso de los Diputados al grito de "to el mundo al suelo", nacía uno de los mejores amigos que he tenido en toda mi vida.


lunes, 21 de febrero de 2011

Los magos del Diario As

La prensa española sigue acumulando éxitos. Hoy, el Diario As nos ha regalado una nueva muestra de desfachatez e indecencia para añadir a la colección: una de las manipulaciones más evidentes de las que tenemos constancia en los últimos tiempos.

domingo, 20 de febrero de 2011

Nueva prueba superada

Pese a haber hecho la peor puntuación en lo que llevamos de temporada -sólo son 43 puntos los que añado a mi ranking-, de nuevo el balance es positivo. Al igual que en la ocasión anterior, partía con la finalización de la carrera con pocos errores como único objetivo. Me voy satisfecho, pues considero que he cumplido este objetivo tan subjetivo. Voy consolidando conocimientos, cometiendo cada vez menos errores. Poco a poco.

jueves, 17 de febrero de 2011

Por favor, no nos quiten la ficción

Alberto Cerúleo es un chico simpático. Sabe hacer reír a sus amigos, a sus padres, a su abuela, a sus compañeros de trabajo. Además, pertenece a ese selecto grupo de personas que siempre tienen la frase adecuada en el momento preciso. Capaz de resolver conflictos y, reconozcámoslo, con una habilidad innata para generarlos -y salir fortalecido de ellos-, Alberto es el ejemplo de líder. Enamoradizo como pocos, la vida le ha ido arrastrando de amor en amor, con el sufrimiento final como denominador común de todos ellos.

El miércoles pasado estaba sentado en su banco favorito del muelle, como cada día de la semana. Se dirige allí todas las noches con el único fin -aunque él no lo admita- de incrementar su frustración: la ve pasar, alegre y despreocupada, del brazo de su amado; sonríe, suspira, deja volar su imaginación durante veinte segundos -tal vez sean veinte minutos, el tiempo se detiene- y vuelve a casa, caminando con los hombros encogidos y las manos en los bolsillos jugando con dos monedas, mientras sus pensamientos planean en el cielo de sus deseos.

Algo debió ocurrir el miércoles pasado: ella no apareció. Era la primera vez que esto ocurría desde que Alberto acudía a aquel banco. Presa de los nervios, anduvo alrededor de su banco dando pasos confusos y desorientados, hasta que decidió recurrir a uno de los más socorridos trucos para retrasar -y multiplicar- la frustración: el alcohol. Se dirigió al bar más cercano, aquel al que nunca había entrado porque era un bar de viejos, y pidió un whisky con hielo. Tres lingotazos después y tras haber justificado su desazón con sumo detalle ante el resignado camarero, encendió un cigarro y respiró hondo.

Ahora, varios días después, Alberto Cerúleo debe pagar 30 euros de multa por fumar en un bar. Yo no pagaré esta multa porque no soy Alberto Cerúleo, soy Juan Antonio S.A. Alberto Cerúleo no puede pagar la multa porque es un personaje de ficción y, como tal, no existe en la realidad. No tiene más derechos ni más deberes que los que su creador, yo en este caso, quiera otorgarle. ¿Quién pagará la multa? Nadie, espero.

Confío en que se imponga la cordura y el razonamiento del párrafo anterior se aplique al incidente que ha originado el relato de Alberto Cerúleo.

Si nos quitan la ficción, ¿qué nos queda?

miércoles, 16 de febrero de 2011

Prensa manipuladora 2.0

Como ya sabéis, por sugerencia de mi Gema, hemos empezado a reunir la colección de libros titulada "Las Claves de la Ciencia", de la que El Mundo vende un ejemplar cada domingo de forma conjunta e inseparable con el periódico. Cada semana, bajo a por el libro e intento renunciar al periódico, solicitud que el kioskero rehúsa tajante diciendo que "el libro va con el periódico". Por si su respuesta no fuera suficiente, esgrime unas amenazadoras tijeras que me hacen retroceder dos pasos, temeroso de un mal mayor; alejada mi presencia, y en un arranque de ira incontrolable, recorta un trozo del periódico que él llama "el cuponcito". Al parecer, debe destrozarme el periódico para que no le revoquen la licencia de armas, o algo así.

De vuelta en casa, cuando hojeo el periódico siempre encuentro algún que otro artículo cuya lectura atenta u oteo fugaz me hace pensar: "¡Qué disparate! Esto lo contaré luego en el blog". Unas veces lo cuento y otras lo descarto, bien porque prefiero contar otras cosas o por pensar que el mencionado disparate únicamente toma tal cariz sólo desde una perversa subjetividad que prefiero evitar.

El domingo pasado, venía -en uno de los suplementos- una entrevista a Rufino Etxeberría, piedra angular de Sortu, la nueva formación política que representa los ideales de la izquierda abertzale.

El titular de esta entrevista es alarmante: "Nos guiamos por lo que dice ETA". ¿Qué? Afloran las contradicciones on my mind: ¿cómo pudieron decir el otro día que rechazaban la violencia en general (includa la de ETA) y que no tenían nada que ver con ETA y ahora decir que se guían por ellos? ¿Mintió? ¿Miente ahora?

Leamos el artículo.

No sé si reírme o llorar. No sé si indignarme o pensar que es más de lo mismo, una manipulación más, y no darle importancia.

¿Sabéis qué quería decir realmente Rufino con esa frase? Que él no ha hablado con ETA directamente, pero que tiene la sensación de que esta vez la tregua va en serio. ¿Por qué? Porque ETA lo ha dicho, y ellos confían en esto. Se basan (= guían, en este contexto) en lo que dice ETA para concluir que renuncian a la violencia.

¿Es esto lo que insinuaba el titular? ¿Qué pretendía el periodista? ¿Qué porcentaje de la población lee sólo los titulares del periódico? Me temo que es alto. Jugando a adivinar, yo diría que por encima del 70%. Esto significa que la mayoría de la ciudadanía llegó al bar diciendo "¿ves Ramón? ¡Lo que yo te decía! Es la ETA la que manda en el nuevo Batasuna ese...". ¡Objetivo cumplido! ¡Brillante ejercicio periodístico!

Por un motivo u otro, descarté reflexionar aquí sobre este asunto. Tal vez pensé que la interpretación era producto de aquella subjetividad perversa. Hasta ayer.

Ayer, el gran Ignacio Escolar reflexionaba sobre este asunto. Se lo dije a mi Gema y me dijo, entre risas, "te ha pisado la idea, ahora si lo escribes pensarán que te has copiado". Le contesté que "no, al contrario, me alegro: si uno de los referentes del periodismo actual se ha dado cuenta de esto, no iba yo tan desencaminado...". Si alguien piensa que he copiado la idea, me la suda. Los que me conocen saben que no es así, y con eso me basta.

Para terminar, otra perlita. Periodista Digital dice que es Escolar quien manipula. Ahora resulta que Escolar "vitupera todo lo que no se publique en Público, diario siervo de Zapatero..."

Vivir para ver...

lunes, 14 de febrero de 2011

Ganando 52 euros sin (apenas) moverme del sillón

AVISO IMPORTANTE: nadie va a encontrar aquí un remedio milagroso que pueda poner en práctica en beneficio propio.

El viernes, tras dar por concluida la siempre extenuante semana de trabajo, llegué a casa y me encontré dos sorpresas: una cartita amenazadora de nuestra querida UNED en la que me exigen el ingreso de 32 euros, en un PLAZO IMPRORROGABLE DE DIEZ DIAS (transcribo las mayúsculas, literalmente), si no deseo que den al traste con mi aventura de estudiante, reanudada una vez consolidada mi posición en el mercado laboral. El concepto del nuevo pago: pago complementario de matrícula. ¿Ein? ¿Una asignatura concreta de repente cuesta 32 euros más y las otras tres siguen valiendo lo mismo? Por otra parte, la segunda y no menos inesperada sorpresa se materializaba en forma de cargo en la cuenta: los del cable me cobran 20 euros, como quien va a la cárcel sin pasar por la casilla de salida y sin cobrar las veinte mil pesetas.

Pospuesta la resolución del primer particular para el lunes (por ser en exceso extraña la presencia de trabajadores en el ente universitario un viernes a las cuatro de la tarde), me dispongo a aclarar el segundo entuerto. Estimo imposible un derroche de 20 euros en llamadas, pues mis llamadas de pago se redujeron a felicitar el cumple a mi sobrina, y a algún que otro telefonazo a los 902 de turno. Las incluidas en tarifa plana, no cuentan.

Me dirigí al local de los del cable, y aclaramos el tema: se habían equivocado y en lugar de anotar 1,75 euros en llamadas, habían grabado 17,75. ¡Toma castaña! Pues nada, que me lo devuelven. Y ya de paso, aprovechando el sentimiento de culpabilidad del eficiente empleado, consigo que me adelanten la duplicación de la velocidad de Internet, prevista para las próximas semanas. Nunca mejor dicho: no hay mal que por bien no venga. Me abonarán los 20 euros (aproximadamente) y ya no se me cortan los streaming.

Recibimos al lunes sin todavía extinguirse del todo los vapores etílicos y morcillílicos de la fiesta de cumpleaños de mi suegro. ¡60 tacos! ¡Ahí está el tío! ¡Y se sube las montañas con la bicicleta que parece Virenque!

Llamo a la UNED. Tras un previsible estira y afloja en el que me intentaban convencer de que YO era quien estaba haciendo el cálculo mal, consigo una respuesta esperanzadora: "me tomo nota y que lo vea luego mi compañera; ella te llamará". Chachi. Al rato, me llama la compi. Me explica que se trata de un error. Inicialmente, en la matrícula realizada en septiembre, se calculó correctamente una reducción de un 20% en el precio de una asignatura, al no haber tutorías de ésta. Ahora, tres meses después, y tras realizar un minucioso recálculo en busca de morosos y anomalías en general, el programa no ha funcionado bien, decidiendo esta vez, porque sí, porque yo lo valgo, que no procedía el descuento del 20% y que les adeudo 32 euros. Lo que mi reducida sesera no consigue discernir es: ¿por qué en estos casos no generan una incidencia y las revisan todas antes de enviar amenazantes misivas? ¿Convertirse en alumno implica la aceptación de este tipo de decisiones unilaterales? Al menos, me ha pedido disculpas, y me ha dicho que rompa la carta. Conclusión: he ganado 32 euros. Bien está lo que bien acaba.

viernes, 11 de febrero de 2011

El desengaño del crecimiento

De bebé pasé a ser niño; de niño a adolescente; de adolescente a jovenzuelo; de jovenzuelo a joven; de joven a todavía joven pero ya no tan joven; y creo que por ahí vamos ahora. El denominador común de estas etapas siempre ha sido mi respeto y sagrada admiración por algún sector de la población y/o sujetos concretos; inicialmente confinado a mi entorno -capitaneado éste por padres y hermanos- y ampliando miras progresivamente para ir descubriendo personajes como Rosa León, Torrebruno, Espinete, Isabel Tenaille, Gloria Fuertes, José María García y tantos otros a los que yo iba asimilando como adalides del campo que representaban.

Dicha admiración me ha llevado siempre a tener fe ciega en sus actos, palabras y decisiones. A no juzgarles ni cuestionarles. A defenderles a ultranza. Siempre creí que las personas situadas en la cima de un colectivo o institución son capaces de realizar su función mejor que nadie.

El inexorable paso del tiempo nos va poblando de arrugas, achaques y, sobre todo, de desengaños. Lo que en su momento creímos blanco ahora lo vemos negro, y viceversa.

De todas las personalidades admiradas en mi -corta o larga según con quién se compare- existencia, aquellos que siempre han merecido un respeto mayor, a mi juicio, son los políticos. Se me antoja una labor tan sumamente trascendental y complicada, en todos los aspectos, que les percibo como seres de otro mundo; su inteligencia trasciende la mía, de largo. Pero quiero que sea así: soy feliz viéndoles desde esa admiración. Supongo que me reconforta saberme conducido y protegido por superhéroes intelectuales.

Bienvenido, me digo a mí mismo, al mundo del desencanto.

En los últimos tiempos, asisto con enorme perplejidad a las declaraciones públicas que realizan unos y otros. A sus -cuestionablemente sinceras- opiniones emitidas en los medios de comunicación. Si dices algo ante un micrófono estás diciendo, a la vez, dos cosas: 1) esto es lo que pienso y 2) quiero que todos sepáis que esto es lo que pienso.

El objetivo de esta entrada/artículo/post no es hacer una relación de frases célebres. Pero no quiero terminar sin hacer una breve reflexión sobre la gota que ha colmado el vaso del chasco: "si la contaminación de Madrid asfixia, más lo hace el paro". ¿Qué nos quiere decir la actual concejal de medio ambiente de Madrid, Ana Botella? ¿Que si hay un problema grave debemos desatender el resto de cuestiones importantes? ¿Todas las concejalías de Madrid están trabajando intensamente para reducir el paro? ¿También la de Sanidad, por ejemplo?

¿Es permisible que los políticos se expresen con unos índices demagógicos que deberían estar restringidos al bar y a las tertulias telebasúricas?

Presenciar esta clase de episodios, si bien me descorazona por provocarme esa conocida sensación de "se me ha caído un mito" -obviamente, no en la figura de Ana Botella sino de los politicos en general-, no es menos cierto que me proporciona un paradójico efecto reconfortante, demostrándome que si intelectos así pueden alcanzar la cúspide de algo, ¿qué no podría hacer yo?

miércoles, 9 de febrero de 2011

La refinanciación de Cataluña... y del resto

Por si alguien todavía no se ha enterado, una de las últimas polémicas que revolucionan este convulso país es la oportunidad que el Gobierno ha concedido a Cataluña de refinanciar su deuda -concretamente, los préstamos que vencen en 2011-, iniciativa catalogada de denigrante agravio comparativo por diversos analistas y políticos afectados.

Es muy divertido disparar una y otra vez al muñeco, sobre todo si el feriante nos autoriza a tirar sin coste alguno.

Pero yo me pregunto, ¿qué ha pasado aquí realmente? ¿Es tan sencillo esto como que el Gobierno concedió un privilegio a Cataluña -es que nos interesa para que voten a nuestro favor en la reforma de las pensiones y tal, ya sabes- o hay algo más en todo esto? Analicemos tres posibles escenarios:

Fallo de previsión: El Gobierno decide autorizar a Cataluña a refinanciarse, y a nadie se le ha ocurrido que el resto va a querer lo mismo. No sé, son bobos, pero no creo que tanto, ¿no?

Fallo en las formas: El planteamiento del Gobierno es permitir lo mismo a todas las autonomías de forma igualitaria. Como el caso catalán es en este momento -discutiblemente- el más necesitado, lo gestionan sin tranquilizar al resto: "aprobémoslo en primer lugar y a continuación abriremos la veda al resto".

Rectificación: La idea era permitírselo sólo a Cataluña pero, habida cuenta del brote de cólera originado en la zona que ocupo (Murcia y Castilla La Mancha, principalmente), tendremos que dar marcha atrás y a pajera abierta. La diferencia entre este escenario y el primero es que en éste había una intención explícita de ser inecuánime, mientras que el primero es una cuestión de "no habíamos caído".

¿Por cuál de estos casos apostáis?

En cualquiera de los tres, las reacciones de los dirigentes autonómicos ha sido un pelín exagerada, en mi opinión (aunque por otra parte muy consecuente con estos tiempos de crispación continua que vivimos): ¿no parece más lógico hacer la solicitud y si no te la conoceden, entonces quejarte? ¿Por qué asumen todos que van a ser tratados injustamente? ¿Es una cuestión de "vamos a quejarnos pronto, que al último que reclame no le llega"?

Y, al margen de por qué ha actuado el Gobierno de esta forma: ¿nos parece bien que autoricen esta refinanciación? Estoy de acuerdo con que no es de recibo que los gobiernos autonómicos y los ayuntamientos gasten más de lo que ingresan pero, ¿es este caso equiparable al hijo que gastó su paga en chuches el primer día y, para que aprenda, no le conocedemos una paga extra? Yo creo que no, pues las consecuencias de prescindir de elevadas dosis de Peta Zetas y Lolly-Pops durante una semana no son tan negativas como las que provoca la morosidad de las instituciones locales.

Soy partidario de que "quien la hace, que la pague", pero hay que buscar formas de que la pague sin perjudicar a tantos millones de personas.

martes, 8 de febrero de 2011

Batasuna y la división de poderes

La legalización del nuevo Batasuna es un tema realmente complicado que, como casi todo en estos tiempos que corren, está generando opiniones para todos los gustos. Las personalidades del mundo del periodismo, la política y la farándula en general, han tomado las posiciones esperadas desde el principio, sin sorpresas: la izquierda desde su inherente tolerancia y relativa candidez; la derecha, blandiendo el dedillo acusador y la tolerancia cero.

No tengo claro qué opina mi sentido común en este asunto, aunque sí veo dos aspectos que parecen obvios: la legalización de un partido político no depende de si comulgamos con su planteamiento sino de que cumpla o no la Ley de Partidos. Por otra parte, cualquiera diría que los portavoces habituales de medios y (algunos) partidos no han entendido todavía la división de poderes de nuestro Estado en Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Las cuestiones que competen al Poder Judicial, deben ser resueltas por los jueces, y la legalización de un partido político es una de ellas.

Esta aparentemente débil frontera entre los tres poderes es también una de las claves de la Ley Sinde, aunque yo no la mencionara en mi reflexión de hace unos días: no conviene trasladar ciertas cuestiones del Judicial al Ejecutivo. Los asuntos en los que se ve involucrada la propiedad intelectual, son muy complicados y con gran cantidad de matices: deben ser resueltos por jueces, no por una comisión dependiente del Ejecutivo (Ministerio de Cultura, en este caso).

Volviendo al tema de Batasuna, insisto: no sé qué pensar. Por un lado, en su declaración de intenciones afirman condenar la violencia, matizando expresamente que "también la violencia de ETA". Según La Razón, condenan la violencia tibiamente y es ETA quien está realmente detrás de todo esto. Viniendo de donde viene, huele a manipulación. Pero claro, si tenemos en cuenta que Rufino Etxebarria -uno de los artífices de este nuevo proyecto- siempre ha sido uno de los tipos importantes en todas las formaciones políticas anteriores que nunca han condenado a ETA, pues no sé. ¿Debemos perdonarle? ¿Qué pensáis?

domingo, 6 de febrero de 2011

Orientación en modalidad Score

Continuando con mi deseo de compartir con vosotros los escasos conocimientos que poseo de este fantástico deporte que es la Orientación, hoy abrimos un nuevo capítulo: la modalidad Score.

A diferencia de la carrera en línea, en la que el mapa que te facilita la organización de la prueba tiene los puntos a visitar perfectamente unidos, en la carrera tipo Score el corredor puede recorrer las balizas en cualquier orden. Esta característica añade una cierta complejidad a la prueba, ya que no tienes que seguir un sendero preestablecido cual diligente borrego, sino que debes constituir tu propio trazado. Te hace pensar un poco más.

Tras decidir la ruta, las reglas del juego son exactamente las de cualquier prueba: tienes que pasar por todos los puntos. Una vez completada mi primera prueba con esta variante, concluyo que no es excesiva la dificultad que añade.

El mayor foco de complejidad en la modalidad Score procede de la deficiente documentación que tenemos a nuestra disposición. La mayoría de textos enfatizan la facultad del corredor para decidir el orden de los puntos, expresándolo más o menos así:

Score: dícese de la prueba de Orientación en la que el corredor debe recorrer todas las balizas colocadas por la Organización, siendo el corredor quien determina el orden de paso por las balizas.

El acento en la última frase, justificado a todas luces pues es esta característica y no otra la que singulariza esta variedad, ha provocado una alarmante cantidad de problemas a lo largo de los tiempos. La Federación Internacional de Orientación, con sede en Finlandia, está trabajando para reescribir la documentación, introduciendo en ella los matices necesarios para facilitar la tarea de los corredores, tan pródiga en errores. El borrador del nuevo texto, que será discutido y aprobado -o rechazado- en la próxima Asamblea General de la Federación, reza así:

Score: dícese de la prueba de Orientación en la que el corredor debe recorrer todas las balizas colocadas por la Organización, siendo el corredor quien determina el orden de paso por las balizas.

Los defensores de esta modificación aseguran que con el texto actual es lógico que actualmente se produzcan errores, ya que "el corredor va a lo suyo, y no podemos asumir que va a reparar en ese detalle, si no se lo explicitamos", justifica un portavoz de la Federación.

Para muestra, un (Jenson) Button: esta mañana, en la carrera de Pantano de Puentes, en Lorca, apenas un 15% de los corredores era capaz de completar el recorrido en su totalidad. La Federación Internacional espera llegar al 40% de éxito en próximas pruebas, una vez puestas en marcha las nuevas recomendaciones.

Aclaración sobre el 15% del párrafo anterior (para no salir en MalaPrensa): como en una misma prueba coexisten varias categorías y el recorrido es parcialmente diferente entre ellas, el cálculo del 15% lo efectuamos seleccionando a aquellas categorías en las que había que pasar por una baliza concreta (la 31), obviada de forma mayoritaria.

En lo personal, contento: séptimo puesto de entre treinta participantes, en mi primera prueba en solitario por el monte. Acudía con muchas reservas -acojonao- a esta cita, y salgo de ella muy satisfecho, pues he conseguido superar algunos de mis mayores miedos y, pese a haber hecho un tiempo de lo más modesto, estoy muy ilusionado para las próximas citas. Mi rodilla derecha no comparte todas estas alegrías: espero poder levantarme de la cama mañana.

sábado, 5 de febrero de 2011

¿Saldremos de la crisis económica?

Recientemente, en EBDJASA hablábamos sobre la profunda crisis que castiga con fiereza a una gran parte de los ciudadanos de este país. Y como nunca me ha gustado acometer la resolución de un problema si considero que existe otro subyacente sin la resolución del cual, no podemos resolver el principal, me negué a disertar sobre éste sin antes reflexionar sobre aquél.

En aquella entrada, mi mensaje era: sí, hay una crisis económica profunda, los números hablan por sí solos; pero el verdadero problema somos nosotros. Si no actuamos sobre nosotros mismos, estaremos toda la vida aplicando paños calientes en la herida. Y, no sé vosotros, pero yo prefiero ser operado a perennizar el antiinflamatorio.

Y dicho esto, ¿cómo actuamos sobre la crisis económica? Desde la experiencia/conocimiento económico, y el sentido común. De esto me sobra (no tengo abuela), pero de aquello carezco, al igual que la gran mayoría. A ti que eres programador informático: ¿te imaginas a un economista leyendo uno de tus programas y opinando sobre la construcción de tus bucles o la parametrización de tus funciones? O a ti que eres periodista: ¿te imaginas al mismo economista acusándote de abusar del oxímoron?

Pues lo hacemos todos continuamente. Opinamos de lo que no sabemos y, lo que es peor, creemos llevar razón. No estoy en contra de quien opina, al contrario, yo también me incluyo en ese "todos". La recolección selectiva de opiniones -más cualificadas o menos- produce una cosecha intelectual de lo más rica. No obstante, siempre me opondré a quien crea tener la solución a todos los problemas, tratándolos siempre desde el desconocimiento profundo y la siempre presente demagogia.

Algunos ejemplos son: "lo primero que hay que hacer es cargarse a todos los funcionarios que sobran, que son muchos". Quien asevera esto, ¿qué propone? ¿mandarlos a todos al paro sin remisión? ¿Incrementar las cifras negativas de desempleo a cambio de nada? Y otra perlita: "lo que hay que hacer es eliminar los gastos superfluos como, por ejemplo, las fiestas de los pueblos". Y yo me pregunto: si tengo un problema compuesto por otros treinta, ¿cuál debo resolver primero? ¿El que menos consecuencias desata su impopular resolución? ¿O aquél que más me acerca a mi objetivo global? Lo diré con un ejemplo: si tu economía empeora y te cuesta llegar a fin de mes, ¿el primer gasto a suprimir sería el periódico de los domingos?

Naturalmente, yo no tengo la solución. Entiendo que hay que buscar un conjunto de medidas que nos acerquen a la generación de empleo y a reducir el déficit. Y, para esto, no creo que debamos eliminar funcionarios, sino contratar más: construir un equipo fuerte, solvente, cualificado, motivado y capaz de aportar ideas. Gente que sea capaz de profundizar en la verdadera raíz del problema y atacarlo. Necesitamos inventar la figura del cirujano económico.

Este grupo trabajaría también en optimizar procesos: las Administraciones Públicas incurren continuamente en gastos que, con algunos ajustes sin demasiada repercusión, podrían ser mucho menos nocivos para las arcas. Estoy seguro de que se puede ahorrar mucho, sin demasiado trastorno.

Trabajemos a partir de ahí, que no es poco. Y busquemos nuevas formas de exportar lo que tenemos. Reinventémonos.

jueves, 3 de febrero de 2011

Los comentaristas y las reglas del juego

¿En qué condiciones de insalubridad creéis que puede encontrarse un ser humano para comerse una ensalada, un plato de queso parmesano, una abundante ración de macarrones con verduras y atún (con su buena capa de queso gratinado encima), y después ponerse a comer pan solo mientras espera una hamburguesa? Este desorden alimenticio sólo puede estar asociado a quien ha pasado un mes sin comer o al que hace del bocadillo de panceta a las tres de la madrugada su bandera. Si añadimos que ha tardado siete segundos en engullir un postre y medio, el ejercicio se complica. Sobrino, eres mi héroe.

Esta tarde, mientras veía el primer partido de cuartos de final de la Copa de España de Fútbol-Sala me afloraban dos reflexiones de esas que no cambiarán el mundo:

Detesto a los comentaristas graciosillos


Intentemos elaborar una tipificación de comentaristas, válida para cualquier deporte:
    1. El soso. Sobrio, sin concesiones. Se limita a decir quién lleva el balón (en el caso del tenis sólo diría: "quince-treinta" o "en la línea"). Estilo en desuso, especialmente tras la jubilación de José Angel de la Casa. Todo un estandarte fue Héctor Quiroga.
    2. El graciosillo. Larguísima lista. Generalmente suelen tener muy poca gracia y parecen no darse cuenta.
    3. El soso que intenta ser graciosillo. Siempre fue soso, pero tras ponerle al lado a un comentarista especializado (por ejemplo, Corretja) que le suele vacilar, intenta espabilar y añadir sus propios chascarrillos (su lema es: "hey, yo también puedo ser guay!").
    4. El revolucionario. Me vienen a la cabeza dos nombres: Ramón Trecet y el malogrado Andrés Montes. O les adoras, o les odias. Se caracterizan por haber implantado un estilo propio, muy dificil de imitar.
    5. El soso que intenta ser graciosillo y vive a la sombra de un revolucionario al que quisiera imitar. Por ejemplo, el comentarista de La Sexta, Antonio Esteva. Estar a la sombra de un revolucionario siempre es difícil. Cuando empezó este chico, no parecía tener muy claro si tenía que usar los mismos apodos de Montes. Ahora que es él mismo, lo hace mejor.
Esta clasificación, tan precisa y subjetiva como otra cualquiera, me sirve para emplazar a Méndez y Duro, comentaristas de Marca TV en las retransmisiones de fútbol-sala, en el Tipo 2. En ocasiones, me da la impresión de que creen estar en el bar.

Sigo palpando en ellos ese tonillo que suele caracterizar a los comentaristas de fútbol-sala, que parecen encarar las retransmisiones con la filosofía de "vengo estresado de comentar fútbol (sean partidos en directo o tertulias), y aquí, como esto no lo ve nadie, puedo relajarme y decir lo que me plazca...". Así fueron Luis Fernández y Rafael Recio, y así veo a estos dos. Tal vez sea obsesión mía, no sé.

En cualquier caso, aplaudo la apuesta de Marca TV por el fútbol-sala, emitiendo un partido de liga semanal y ahora la Copa de España. También agradezco a Luis Fernández y a Rafael Recio las palabras de cariño que siempre tuvieron con este deporte. Y, ya que estamos, aprovecho para mandar un abrazo al gran Eduardo Navarrete, que afirmaba conocerme desde que yo era un crío, cuando empezaba en esto del fútbol-sala.

Detesto la regla del portero-jugador


Todos los clubes tuvimos nuestras reservas, al igual que con tantas y tantas reglas que se han ido introduciendo en los últimos años y que, pese a no satisfacer a nadie, incomprensiblemente siguen adelante. Un ejemplo claro es el saque de banda y córner con el pie. Tremendo.

El portero-jugador es algo que muy pocos equipos hacen bien. Y lo saben. Sólo he visto hacerlo realmente bien a ElPozo de Duda, remontando resultados adversos. El resto, se limitan a perder treinta segundos moviendo el balón entre el mencionado portero-jugador y su compañero situado en el ala izquierda o derecha. Tras medio minuto perdido, buscan sorprender con un balón rápido al primer o segundo palo que casi siempre es interceptado por la zaga rival, quien rápidamente tira de portería a portería y ... ¡huy! A la segunda, otro ¡huy!, y a la tercera, ¡gol!. Ibas perdiendo 3-2 faltando tres minutos y te vas a casa 6-2.

Se remontaban más partidos antes de que existiera la regla. Antes, perdías por un gol faltando cuatro minutos, y luchabas hasta el final, obteniendo réditos en no pocas ocasiones. Ahora, si pierdes 4-3 faltando cuatro minutos, el marcador reflejará un 6-3 faltando tres.

Y os preguntaréis: si tan malo es, ¿por qué los entrenadores apuestan por ello en los minutos clave del partido? Yo tampoco lo entiendo...

Hoy, Manacor ha acabado perdiendo 6-0. Tal vez podría haber sido diferente sin portero-jugador.

miércoles, 2 de febrero de 2011

¿Saldremos de la crisis? ¿De cuál de ellas?

He recibido diversos comentarios y mensajes preguntándome por el sueño que os conté en mi última entrada. Coincidís todos en la creencia de que se trataba de un sueño real. No, nunca soñé eso. Fue una mentira (o relato de ficción) que fui inventando sobre la marcha.

En otro orden de cosas, cada vez estoy más convencido de que, en España, nunca saldremos de la crisis. Y, tras buscar la definición de la palabra, cada vez tengo menos dudas. Al parecer, el matiz clave en la palabra crisis, la letra pequeña dentro de la propia palabra, es su carácter sobrevenido, puntual, como actor secundario en la cíclica secuencia de la existencia: partimos de que las cosas van bien, después viene una crisis (puntual), se resuelve (con mayor o menor demora), volvemos a la normalidad, vuelve otra crisis, y así sucesivamente hasta que se cumplan las predicciones científicas de los documentales del Canal de Historia, y reviente la Tierra como el Lagarto de Jaén.

Comprendida esta definición, pondero que nuestro país nunca saldrá de la crisis, sencillamente porque (aunque es obvio que la situación económica es mala), nuestro verdadero problema no es una crisis. En realidad, adolecemos de un mal endémico del que difícilmente seremos capaces, a largo plazo, de curarnos. ¿Y cuál es ese mal? Sin ir más lejos, nuestra forma de ser; nuestra forma de pensar, de vivir, de mirarnos a nosotros mismos y a los que nos rodean.

Muchas cosas tienen que ocurrir para que dejemos de ser ese país de charanga y pandereta. Ese país que, al europeo medio, le provoca una sonrisa escuchar su nombre. "Oh, España, los toros, la fiesta, la siesta, paella...". ¿Acaso cuando pensáis en Alemania lo primero que os viene a la cabeza son las salchichas Frankfurt y la cerveza? Dúdolo...

Y no paramos de quejarnos. Y no dejamos de culpar al gobierno de turno de todos nuestros males. Coyunturalmente, al estar la izquierda en el poder, las quejas se hacen más unánimes, parece que todo va peor, al ser éste un país abiertamente girado a la derecha. Pero todo sigue igual.

Porque somos capaces de, en la misma conversación, protestar por lo mal que lo está haciendo ZP con la economía y, a continuación, interesarnos por si alguno de esos pisitos está todavía sin vender, "no es que yo quiera cambiarme de casa... es por invertir...".

Porque todos queremos ser funcionarios: "tío, eso sí que es vida... trabajar de ocho a tres, no dar palo al agua...".

Porque siempre tenemos presente aquello de "si los demás lo hacen, no voy a ser yo el más tonto...", construyendo unos índices de economía sumergida que asustarían si fuéramos capaces de sondear los fondos marinos. Una vez más, en la misma conversación, diremos "hay que ver, qué mal ha gestionado las arcas públicas ZP...", y a continuación "...sí, yo tengo algunos conocidos a los que hago chapucillas y me saco un sobresueldo". No entiendo nada.

Para colmo, desde algunos sectores se juzga negativamente el éxodo de españoles a Alemania, iniciado tras el llamamiento del gobierno de Merkel a jóvenes cualificados en paro. Nos lamentaremos: "...qué mal está todo; llevo muchos meses sin encontrar trabajo...", y unos minutos después: "... aaaay, yo no me voy de España, que aquí se vive muy bien... y tener que aprender idiomas, ¡quita!, ¡quita!".

Cuando un país se sostiene con palicos y cañicas como el nuestro, el aleteo de una mariposa en Chile nos coloca a la deriva. Y cuando los demás avistan tierra, nosotros estamos de cañas y tapas en alta mar.

Mientras tanto, el líder de la oposición pone sus cartas boca arriba y nos explica cómo rescatará al país: privatizando todo lo privatizable (se esperaba), y desatando una nueva burbuja inmobiliaria. Nos echamos las manos a la cabeza, ¿verdad? ¿No hemos aprendido nada de esta crisis? Tal vez sí. Tal vez hemos aprendido que no tenemos solución y habremos de vivir a base de burbujas. Hasta que el Lagarto encienda la mecha.

martes, 1 de febrero de 2011

De viaje

Era temprano. Muy temprano. Y hacía mucho calor. A esas horas ya superábamos los 30ºC. Me desperté nervioso y sudando, como es preceptivo en estas ocasiones en las que aguarda lo inesperado. Cuando no sabemos qué nos va a deparar el futuro. Nos despertamos y vemos la maleta ahí al lado, abierta y casi llena, esperando recibir los últimos objetos y escuchar el silbido característico de la cremallera que la rodea.

El camino al aeropuerto no era largo, podíamos ir andando. ¿Cuántos vivís en ciudades cuyo aeropuerto está en el centro? Tal vez el estruendoso ruido era un grave inconveniente, pero yo no solía escuchar ni una mosca. Quizá me estaba quedando sordo.

Rehén de la ansiedad, no era capaz de estar un momento quieto mientras esperábamos nuestro turno para embarcar. Me esperaba un nuevo trabajo, una nueva vida. Y no sólo a mí, pues mi aventurero traslado acarreaba la mudanza familiar al completo. Arriesgábamos, sí, pero no teníamos nada que perder. La puta crisis estaba acabando con todos y nuestro país se desertizaba progresivamente: la vegetación y las personas se volatilizaban a partes iguales.

El idioma era lo que más me atormentaba. Y también el arquetípico carácter alemán. Su sobriedad, su imperturbabilidad. Sentía que mi condición de español iba a condicionar, en grado sumo, el trato que iba a recibir.

Me dediqué durante todo el vuelo a practicar alemán con las azafatas y con todo aquel pasajero que midiera más de 1,80 y/o fuera rubio. En caso extremo, cualquier incauto de procedencia aleatoria que me cruzara la mirada era pasto de mis llamas dialécticas. Cuando me veía acorralado y no era capaz de expresarme con claridad, cambiaba de idioma, haciendo uso del inglés, francés, italiano, portugués o ruso. Todos ellos los dominaba con maestría.

Alcanzada la velocidad de crucero, el clamor popular de los pasajeros solicitaba al piloto (Manolo) que pusiera Goles, el programa de Pedro Pablo Parrado. Y durante la siguiente media hora fuimos entretenidos con la previa del Sevilla - Real Madrid, partido que inauguraría la primera jornada del Campeonato Nacional de Liga.

Nos sirvieron la cena: completísima ensalada con tomate, lechuga, maíz, jamón york, salchicha frankfurt (para irnos aclimatando), pimientos de Padrón, huevo cocido, atún, palmito, alcaparras y queso fresco. Para beber, jarras de cerveza de 750ml., servidas por las azafatas que se habían vestido para la ocasión.

El característico sonido telegráfico que suele acompañar a la narración del gol, puso en alerta a la totalidad del pasaje. ¿Se adelantaba el Sevilla? ¿Era el Madrid quien marcaba? Minutos después, seguía la musiquilla y manteníamos la incógnita.

En mis siguientes recuerdos, desaparecían los pasajeros, las azafatas y Manolo. Notaba una gruesa sábana que me daba calor. La sábana era arropada por una manta y ésta a su vez por más mantas.

Pulsé el botoncito largo y se detuvo el aviso de gol. Abrí los ojos. Recordé con nostalgia a Parrado y me invadió una profunda desazón. Pese al miedo y la angustia, mi subconsciente soñaba con un cambio de vida y empezaba a sentir curiosidad. Necesitaba saber dónde acababa todo aquello. Mañana habrá otra noche. Espero volver donde lo dejé.

Al menos, espero que terminemos de oír el partido.