miércoles, 2 de marzo de 2011

La opinión en la prensa deportiva

Durante toda mi vida he sido un gran consumidor de prensa deportiva. Con ocho o nueve años -o tal vez antes-, ya me gustaba comprarme el AS, que recuerdo costaba treinta y cinco pesetas de las antiguas pesetas. Por aquel entonces, al no haber recibido educación futbolera partidista en casa, simpatizaba con el equipo por defecto -léase la polisemia del término- de todos los españoles: el Real Madrid. Sí, tengo que reconocerlo. Durante algunos años de mi vida me deleitaba con los goles -con posterior voltereta o lo anulaban- de Hugo Sánchez, las fintas del Buitre y las incursiones por banda de Míchel. Menos mal que crecí...

Años después, el aterrizaje de Cruyff en el banquillo del Barça se alineaba con mi llegada a los 12 años. A esa edad se me abrieron los ojos y, de forma progresiva, fui tiñendo de azul y grana mis otrora blancos paños.

Todo este periplo histórico carece de relevancia para el tema que nos ocupa: la prensa. En la época de mi despertar culé, alternaba irregularmente la compra de Marca y Sport. Éste, pese a su escasez global de contenidos -a excepción de un valioso suplemento semanal sobre fútbol sala- me mantenía al día en la actualidad blaugrana. Aquel, el diario nacional madrileño deportivo por excelencia, me proveía de información más completa sobre todos los deportes, aunque me obligaba a descartar sistemáticamente el primer 30% del periódico, obviamente prescindible por estar dedicado exclusivamente a cubrir los aconteceres merengues.

Pocos años después, y a medida que mi exigencia por la claridad narrativa de los redactores aumentaba, fui cambiando hacia El Mundo Deportivo, en el que descubrí a Cristina Cubero y a algunos otros periodistas que escribían bastante bien. La insuficiente variedad en sus contenidos convirtió este prometedor idilio en una mata que no echó. Volví al Sport.

Si pensáis que bato récords de precocidad en la compra de diarios, mi afición a la prensa deportiva por radio no le va a la zaga: creo que empecé a escuchar a José María García cuando (yo) sólo sabía decir "gugu tata". De hecho, el día que mis padres creyeron escuchar mi primera palabra y al habérsela perdido por culpa del volumen del televisor -elevado en exceso- me pellizcaron para que la repitiera, lo que oyeron fue: (pronúnciese con voz de José María García) "... hay goollll en la Nova Creu Alta, marca el Sabadeelllll.....".

En los últimos años he ido reemplazando la prensa deportiva por la generalista, con El País como primer espada. Y más recientemente, he ido reduciendo el gasto en diarios y navegando en sus respectivas ediciones online, que ofrecen los mismos contenidos con una comodidad diferente. Con ventajas y desventajas. Obvio es.

Las conclusiones que saco últimamente son: la prensa en general está en horas muy bajas, debido a sus continuas imprecisiones y manipulaciones. La prensa deportiva tiene los mismos defectos, pero elevados al cuarenta y siete.

Hace unos días, en este blog, me indignaba con el diario AS por lo del error de infografía. Le pedía, a los redactores de prensa deportiva, que no opinen más. Cada día estoy más convencido.

En general, sea en prensa deportiva o generalista (o en la sección de deportes de la prensa generalista), la opinión es un asunto delicado. Está presente en cada una de las líneas de un periódico, pues salvo que proporcione datos estadísticos fácilmente verificables, el periodista siempre aporta su granito de arena, bien sea empleando unas palabras concretas para transmitir unas sensaciones determinadas o directamente opinando sobre un tema sin aportar datos objetivos.

Lo único que exijo es una cierta dosis de rigor: no valores una cuestión sin conocerla en profundidad o, al menos, decirme desde el principio que no la conoces en profundidad y vas a cabalizar (=hacer cábalas). Yo lo hago continuamente en este blog, opino con frecuencia sobre cuestiones en las que soy relativamente profano, pero cuento con dos atenuantes para no ser criminalmente juzgado: 1) Suelo avisar al principio de mi bisoñez en la cuestión y 2) No soy un periodista que escriba en un influyente medio de gran tirada.

Por ejemplo, si en un periódico -sea deportivo o no- encontramos una crónica de un partido de fútbol, ¿no deberíamos exigir al redactor que, al menos, haya visto el partido? ¿Habéis leído alguna crónica de un partido que acabó en 0-0 en la que no se diga que fue un partido insulso y aburrido? Y la contrapartida: ¿a que siempre que un partido acaba 2-2 la crónica dice que fue un partido trepidante, con emocionantes alternativas y jugado a un altísimo nivel? Esto ocurre porque hacen la crónica sin ver el partido. Nos hacen perder el tiempo y esto es lo que realmente me cabrea.

Otra perlita: el otro día El País nos decía que el Levante se ve medio salvado. Increíble. Faltan 13 partidos y el Levante está a ¡¡¡TRES PUNTOS!!! del descenso. La semana próxima podría estar de nuevo en puestos de descenso. Y nos dicen que se ve medio salvado.

Al final acabaré creando alguna plataforma de esas que se llevan tanto hoy en día. O mejor dos: "Por una prensa deportiva compuesta sólo por estadísticas" y "No a la opinión en la prensa deportiva".

¿Se os ocurre alguna otra?

2 comentarios:

  1. En algún sitio leí que un "intelectual" aportaba su solución mágica: decía "yo me compro El Mundo y El País y así me informo de todo, desde dos puntos de vista". Como si dos errores sumaran un acierto... Mi opinión es: a la hora de comer pongo Saber y Ganar, y a la hora de cenar Los Simpsons. Y que les den por culo a todos los políticos.

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  2. Iñaki Gavilondo publica un libro que trata sobre el periodismo actual.
    He leído una entrevista que le han hecho en El País, esa típica, en la que se llevan a comer al entrevistado, y he pensado inmediatamente en este post que acababas de publicar en el blog.
    Seguro que el libro de Gavilondo es muy interesante, y como siempre tú, siempre a la última en cuanto a actualidad se refiere.
    ¡Enhorabuena!

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