jueves, 20 de enero de 2011

¿Alquilo o compro?

Esta es una decisión que tarde o temprano han de tomar todos los individuos cuyo sedentarismo discurre de moderado a alto. En su mayor parte, los que se decanten por una trayectoria más nómada apostarán por la opción del alquiler, al facilitarles la provisionalidad y reducirles costosos trámites.
No obstante, aquellos cuya finalidad es plantar el huevo en su actual lugar de residencia y no tengan ninguna curiosidad por ver qué se cuece por ahí fuera, habrán de barajar las dos opciones.

Con el paso de los años, y desde que tengo uso de razón, nuestros vecinos han ido migrando sus costumbres del arrendamiento a la obra en posesión. En los años 80-90, se oía hablar del alquiler como una opción loable y ventajosa, y no sólo para jóvenes recién emancipados y estudiantes, que claramente copan los primeros puestos del sector.

En esta última década, si dices que vives de alquiler es motivo de vapuleo dialéctico.

¿Y qué hemos conseguido? Que no haya parejita recién casada o arrejuntada que no esté buscando vivienda para comprarse. En muchos casos, con escasa solvencia para acometer el pago periódico de las cuotas y seguir viviendo a cuerpo de rey (a esto jamás renunciaremos, tal vez sí a aquello). ¿Y dónde nos conduce esta situación? Pues a una burbuja inmobiliaria de tres pares de cojones. Desde fuera nos ven como "los españoles pagan por sus viviendas mucho más de lo que realmente valen, pero claro, como todos quieren comprar... ¡tener una inmobiliaria allí es un chollo!". Que sí, que está claro que hay muchas más causas. Que se concedieron hipotecas de muy dudosa recuperación, etc. Whatever...

Pero claro, es que alquilar es poner "dinero a fondo perdido. ¿Cómo se te ocurre meterte en un alquiler, hombre? Estás tirando el dinero. Cómprate algo cuanto antes...".

Veamos:
  • No tengo que pagar el IBI (a.k.a. La Contribución).
  • Mi alquiler no se dispara con el Euribor: yo no veré mi presupuesto doméstico descuadrado por los caprichos de la economía.
  • No tengo que asistir a las reuniones de la Comunidad de Vecinos. Puedo despreocuparme por completo de una gran cantidad de banalidades ("... es que hay vecinos que ponen la música muy alta...").
  • Si hay cualquier incidencia con alguno de los elementos del piso que alquilo, mi casero se encarga de todo: viene, arregla el desperfecto, paga los repuestos y se va.
  • En cualquier momento, con chasquear los dedos puedo migrar a climas más cálidos o menos ruidosos, si mis vecinos no son de mi agrado.
  • Si tienes dinero ahorrado por el cual obtienes un rendimiento, dejas de obtenerlo de inmediato (lo cual encarece la operación en su conjunto) pues es conveniente dar una buena entrada.
  • No tengo que verme abocado al suicidio si decido cambiar de piso (por el motivo que fuere) y no soy capaz de vender el fantástico piso que me compré y que ahora ya no quiero.
Y podría seguir, pues hay muchas más razones. Ahora seguro que el discutidor profesional (ese sujeto al que has dado cien razones para demostrar algo y te dice que no llevas razón contradiciendo una de ellas con vehemencia) dirá que "bah, ¿vas a dejar de comprarte un piso por no ir a las reuniones de la Comunidad? Yo tengo un piso y no voy a las reuniones de mi Comunidad.". Pos fueno, pos fale, pos malegro.

Eso sí, que no os quepa duda: seguiré valorando la posibilidad de comprarme un piso. El día que lo consiga, anhelaré el día de mi 68 cumpleaños para empezar a disfrutar de la vida. No le voy a deber un duro a nadie.

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