La redacción de EBDJASA ha tenido acceso a un documento confidencial producto de un estudio elaborado por el diario británico The Sun. Todavía se desconoce si esta investigación verá finalmente la luz. En ella, estudian a fondo los movimientos de decenas de jugadores procedentes de diversas zonas de Madrid -y no sólo de la capital de España: Extremadura, Andalucía, Castilla La Mancha, entre otras regiones-, implicados en una compleja trama de cambios de identidad y falsedad documental.
Emmanuel Adebayor es uno de ellos. El ahora conocido como jugador togolés, en realidad es Manuel Adeva Llor. De padre toledano y madre alicantina, nació y se crió en el barrio madrileño de Argüelles, lugar donde dio sus primeras patadas a un balón espoleado por su tío, el que fuera jugador profesional de fútbol-sala Antonio Adeva, internacional con la selección española en un montón (¡viva la precisión periodística!) de ocasiones.
La mala gestión de la cantera, pronto le cerraría las puertas del éxito en el club de sus amores, el Real Madrid, donde despuntaba en cadetes en el año 1999. Todo cambió el día en que, al salir de un entrenamiento previo al partido de máxima rivalidad contra el cadete del Rayo Vallecano, escuchaba una conversación entre el padre de un compañero y su propio padre, quienes ignoraban que los mensajes que se transmitían marcarían a sus hijos para siempre:
- Si te lo digo yo Juan, que aquí estos críos lo tienen muy difícil, porque Don Lorenzo, ese que tanto te gusta, no les da oportunidades.
- A mí no me gusta, yo estoy deseando que haya elecciones a ver si viene otro mejor...
- Ya, el Florentino ese... el caso es que aquí, o tu crío es negro, o brasileño, o argentino, o de por ahí fuera, o no lo quieren. Convéncete Juan, convéncete...
- Sí, si puede que tengas razón, pero bueno, qué le vamos a hacer; mi crío es de Argüelles, y siempre será de Argüelles...
Really?
El bueno de Manuel estuvo noches sin dormir. ¿Estaba perdiendo el tiempo? Tuvo serios problemas para mantener la concentración y ante el Rayo Vallecano tuvo que ser sustituido en el descanso. Perdieron 3-0.
Y decidió dar un giro a su vida. Conoció a unos tipos de su barrio -un tanto pintorescos- quienes le proporcionaron lo que necesitaba: pintura negra de la que no se va y un chute hormonal que cambió su fisonomía, haciéndolo más corpulento de forma progresiva. El siguiente paso fue raparse al cero y plantar en su cabeza semillas de rasta de las caras, de las que crecen rápido. En pocos días lucía un atractivo peinado.
Hizo las maletas una fría mañana de noviembre de 1999 y se marchó de casa, solo, rumbo a la vecina Francia. Allí, esperaba llegar a Metz tras una larga odisea, que incluiría la concatenación de muy diversas líneas de autobús. Había depositado todas sus esperanzas en Jean-François Dubois, entrenador del equipo cadete del Metz contra el que se había enfrentado en un reciente campeonato. El técnico le brindó un cálido recibimiento, le acogió en su casa y se encargó de que no le faltara de nada. Superadas las primeras dificultades -el francés, al ver llamar a su puerta a un gigantesco joven negro, que decía llamarse Manolo, ser madrileño y haber jugado contra él recientemente, no sabía si sacar la escopeta o llamar al manicomio-, todo fueron facilidades para él.
Dubois decidió ayudarle. Le inventó una nacionalidad y un pasado. Buscaron un país africano donde el francés fuera la lengua principal, para que todo fuera más fácil. Y la elección fue Togo. Le incorporó a las categorías inferiores donde le presentó como Emmanuel Adebayor. Nunca, nadie supo la verdad en Metz, ni tampoco en Mónaco, su siguiente destino.
La inyección hormonal que recibió en sus primeros años de negro, le sirvió para despuntar sobremanera en los terrenos de juego franceses. Los éxitos se sucedían sin cesar. Un día, recibió la llamada del Arsenal, y el resto es historia conocida.
En enero del 2011, Manuel Adeva, ha visto su sueño hecho realidad: va a vestir la camiseta del equipo de sus sueños, el equipo que le vio marcar sus primeros goles, esta vez en un Santiago Bernabéu lleno hasta la bandera. El camino ha sido duro, pero ha merecido la pena, debe pensar el togolés.
Sólo él y Dubois conocen la verdad.
Muy bueno Juanan. Bien podría ser un artículo del Mundo Today.
ResponderEliminarLa virgen como te está cundiendo este blog. Nada, sigue así, no hagas los arranques de caballo y paradas de burro que tan bien se te dan :)
Es increible, yo siempre pensé que Adebayor era un crio de Argüelles atrapado en el cuerpo de un africano gigantote. Esto lo confirma, no puede ser casualidad!!!!!
ResponderEliminarYo no tengo ni idea de lo que hablas, pero no puedo evitar felicitarte por la constancia.
ResponderEliminarBicos
No me encaja la historia; yo creo más bien que en realidad es Diarra. Le han puesto una miaja de pelo, lo han estirado un poco, y de vuelta pa Madrid, y entre tanto unos cuantos millones de comisiones. ¿O acaso no es sospechoso que el Madrid venda un negro y compre otro? ¿Pa qué? A mí no me engañan.
ResponderEliminarLo que no saben los de The Sun es que él realmente se llamaba Manuel Gómez, y lo de Adebayor le vino porque ya de pequeño era muy alto y en el pueblo de su padre, que era El horcajo(Albacete), siempre le decian 'Adebayor' que era la forma de decir en Albaceteño de la serranía de Alzaraz mas profundo '!Odo que mayor¡'.
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