Motivado por la admiración que profeso al brillante trabajo que realizan los chicos de El Mundo Today, intenté ponerme en contacto con una de sus redactoras con el fin de concertar una entrevista para EBDJASA.
No fue difícil localizar a Angelita, quien compagina su tarea de escritora y reportera con la de profesora de apoyo en un instituto de Puebla de Don Fadrique (Granada). Allí nos recibió el pasado viernes alrededor de las once de la mañana, cuando acababa de impartir su última y única clase de ese día.
Nos encontramos una chica de estatura media y expresión alegre pero agotada por el "excesivo trabajo" que desarrolla a lo largo del día. "Si es que cuanto menos haces, menos quieres hacer: antes trabajaba en la fábrica de la Hero, en Alcantarilla, un turno de doce horas diarias; ahora apenas trabajo cuatro, entre el periódico y los críos, y se me hace mucho más pesao", explica.
Le preguntamos en qué artículo está trabajando actualmente, cuestión que casi le provoca un atragantamiento pues intenta contestar sin terminar de tragar el croissant que previamente había ahogado en un barreño de café con leche. "Sí, ahora mismo estoy preparando un reportaje para cubrir la manifestación de ositos de peluche contra el maltrato de mascotas; quiero decir, del maltrato que reciben ellos de las mascotas, que se conoce que les pegan, les muerden, los rompen. ¡Ya está bien! Es una injusticia que los peluchitos tengan que sufrir lo mismo que la chica ésta... ¿cómo se llamaba? Antonia no sé qué... bueno, da igual, la actriz ésta de la película esa que nunca me acuerdo...". "¿Te doy mis ojos?". "No, hombre, esa no: yo digo una película española sobre los malos tratos". "Bueno, Te doy mis ojos es una película española sobre los malos tratos", insisto. "Ya, pero esa no es... ¡joer! ¡Qué rabia! Esto es igual que cuando no me acordaba del actor aquel, ¿te acuerdas Joaquín?", "Sí, el Kevin Bacon ese, menuda me diste...", protesta el mesonero. Angelita, indignada, le replica "¡toma! ¡si no me acordaba! ¿qué voy a hacer? Pues darle vueltas hasta que lo encuentre...". Mirándome a mí, añade: "es que yo soy mu cabezona pa estas cosas: el año pasado, estuvimos todas las vacaciones de verano mi cuñá y yo intentando acordarnos de la española aquella que no le dieron ni un voto en Eurovisión, ¿cómo era?... ¡uh! ¡Remedios Amaya! ¡Casi me vuelve a pasar otra vez lo mismo! ¡Casi se me olvida el nombre!". A continuación soltó una larga y sonora carcajada que mantuvo al resto de parroquianos mirándonos durante treinta o cuarenta segundos.
"Pues yo, hasta que no me acuerde de la película esa, no paro, ¿eh? ¡Avisado estás!", advirtió. Yo traté por todos los medios de seguir la entrevista, pues había preparado varias preguntas sobre reportajes anteriores, posibles investigaciones futuras y acerca de las relaciones con los medios de la competencia. Pero no hubo manera.
"Mira, vamos a hacer una cosa: vente que le vamos a preguntar a mi hermanico Rafael que tiene muy buena cabeza para estas cosas. Hace dos o tres años, en Nochevieja, que él la pasó con sus suegros porque ese año había pasado la Nochebuena con mis padres, que también son los suyos y, por tanto, la Nochevieja le tocaba con los suegros, vino después a la casa a felicitar el año y conforme llegó le pregunté que cómo se llamaba el ruso aquel calvo que tenía una mancha en la cabeza, el Gorbachov ese, que llevaba yo dándole vueltas desde por la mañana, y na más llegar me lo dice. Si es que mi hermanico es mu apañao y mu listo...". Desconecté los oídos durante los siguientes siete minutos.
Subimos a ver al susodicho hermano. Me presentó como un periodista de "el bloc de no sé quién" que había venido a hacer un reportaje sobre el colegio. Rafael me contó que desde que sus crías habían puesto Internet en la casa, ya no les veía el pelo. "A la mayor luego a luego la veo de vez en cuando, pero a la pequeña, nanai". Nos agasajó con unos pacharanes, excedentes de turrón todavía en perfecto estado, Miguelitos de La Roda y una panera llena de peladillas.
Y así transcurrió el resto de la mañana, entre risas y el relato pormenorizado de un gran número de anécdotas. Olvidé por completo para qué me había desplazado a aquel bello pueblo de la provincia de Granada de modo que, finalizadas las viandas, me despedí de ambos hermanos y me marché.
En el coche, camino de Murcia, recordé el motivo del viaje y, profundamente contrariado por no haber conseguido mi objetivo, no me dirigí la palabra durante el resto del trayecto.
Ahora, con la mente fría tras dejar pasar unos días, he creído conveniente contaros mi aventura y recomendaros que visitéis aquel pueblo. No os defraudará.
Joer, macho, parece una de esas pesadillas extrañas que uno tiene cuando está enfermo con cuarenta de fiebre.
ResponderEliminarSi llego a saber que ibas, te hubiera recomendado que fueras al bar de la gasolinera de Almaciles: la mejor carne a la brasa de la comarca.