miércoles, 2 de febrero de 2011

¿Saldremos de la crisis? ¿De cuál de ellas?

He recibido diversos comentarios y mensajes preguntándome por el sueño que os conté en mi última entrada. Coincidís todos en la creencia de que se trataba de un sueño real. No, nunca soñé eso. Fue una mentira (o relato de ficción) que fui inventando sobre la marcha.

En otro orden de cosas, cada vez estoy más convencido de que, en España, nunca saldremos de la crisis. Y, tras buscar la definición de la palabra, cada vez tengo menos dudas. Al parecer, el matiz clave en la palabra crisis, la letra pequeña dentro de la propia palabra, es su carácter sobrevenido, puntual, como actor secundario en la cíclica secuencia de la existencia: partimos de que las cosas van bien, después viene una crisis (puntual), se resuelve (con mayor o menor demora), volvemos a la normalidad, vuelve otra crisis, y así sucesivamente hasta que se cumplan las predicciones científicas de los documentales del Canal de Historia, y reviente la Tierra como el Lagarto de Jaén.

Comprendida esta definición, pondero que nuestro país nunca saldrá de la crisis, sencillamente porque (aunque es obvio que la situación económica es mala), nuestro verdadero problema no es una crisis. En realidad, adolecemos de un mal endémico del que difícilmente seremos capaces, a largo plazo, de curarnos. ¿Y cuál es ese mal? Sin ir más lejos, nuestra forma de ser; nuestra forma de pensar, de vivir, de mirarnos a nosotros mismos y a los que nos rodean.

Muchas cosas tienen que ocurrir para que dejemos de ser ese país de charanga y pandereta. Ese país que, al europeo medio, le provoca una sonrisa escuchar su nombre. "Oh, España, los toros, la fiesta, la siesta, paella...". ¿Acaso cuando pensáis en Alemania lo primero que os viene a la cabeza son las salchichas Frankfurt y la cerveza? Dúdolo...

Y no paramos de quejarnos. Y no dejamos de culpar al gobierno de turno de todos nuestros males. Coyunturalmente, al estar la izquierda en el poder, las quejas se hacen más unánimes, parece que todo va peor, al ser éste un país abiertamente girado a la derecha. Pero todo sigue igual.

Porque somos capaces de, en la misma conversación, protestar por lo mal que lo está haciendo ZP con la economía y, a continuación, interesarnos por si alguno de esos pisitos está todavía sin vender, "no es que yo quiera cambiarme de casa... es por invertir...".

Porque todos queremos ser funcionarios: "tío, eso sí que es vida... trabajar de ocho a tres, no dar palo al agua...".

Porque siempre tenemos presente aquello de "si los demás lo hacen, no voy a ser yo el más tonto...", construyendo unos índices de economía sumergida que asustarían si fuéramos capaces de sondear los fondos marinos. Una vez más, en la misma conversación, diremos "hay que ver, qué mal ha gestionado las arcas públicas ZP...", y a continuación "...sí, yo tengo algunos conocidos a los que hago chapucillas y me saco un sobresueldo". No entiendo nada.

Para colmo, desde algunos sectores se juzga negativamente el éxodo de españoles a Alemania, iniciado tras el llamamiento del gobierno de Merkel a jóvenes cualificados en paro. Nos lamentaremos: "...qué mal está todo; llevo muchos meses sin encontrar trabajo...", y unos minutos después: "... aaaay, yo no me voy de España, que aquí se vive muy bien... y tener que aprender idiomas, ¡quita!, ¡quita!".

Cuando un país se sostiene con palicos y cañicas como el nuestro, el aleteo de una mariposa en Chile nos coloca a la deriva. Y cuando los demás avistan tierra, nosotros estamos de cañas y tapas en alta mar.

Mientras tanto, el líder de la oposición pone sus cartas boca arriba y nos explica cómo rescatará al país: privatizando todo lo privatizable (se esperaba), y desatando una nueva burbuja inmobiliaria. Nos echamos las manos a la cabeza, ¿verdad? ¿No hemos aprendido nada de esta crisis? Tal vez sí. Tal vez hemos aprendido que no tenemos solución y habremos de vivir a base de burbujas. Hasta que el Lagarto encienda la mecha.

2 comentarios:

  1. Efectivamente siempre habrán crisis, porque una evolución que proceda exclusivamente de las actuaciones positivas, no es factible en el ser humano.
    Yo creo que lo interesante de los períodos de crisis es la oportunidad que ofrecen para reflexionar sobre lo que estamos haciendo y para hacer cambios.Podemos replantearnos el modelo de vida, de consumo, la jerarquía de necesidades que estamos siguiendo, etc. etc.
    Estoy de acuerdo en que es un tema muy complejo y cada uno pensamos mil causas y dos mil soluciones (generalmente procedentes y responsabilidad de otros). Es fácil recurrir a los chivos expiatorios que nos van marcando los medios de comunicación y bañarnos en tópicos.
    Creo que debemos tomar nota del ejercicio de autocrítica de tu post, porque por ahí seguramente va el tema.

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  2. Pues así es. España 'is different' y por tal motivo así nos va. Y aunque la forma de ser de los españoles, en general, se asemeja a los paises de nuestro entorno más cercano (dígase Italia, Grecia, Portugal, ...) tenemos que reflexionar sobre nuestros mismos y dejar al lado a nuestros vecinos. Somos un país donde la pillería, la desvergüenza, la holgazanería, la pereza y el viva la virgen se ven con buenos ojos. Trabajar poco y ganar mucho, pedir mucho y esforzarse poco, y por supuesto exigiendo que todo sea gratis.

    Nosotros estamos en crisis desde hace mucho tiempo y aunque saquemos de vez en cuando la cabeza de debajo del agua, volvemos a sumergirnos en nuestro propio fracaso como país. Y ahí es donde tendríamos que pensar sobre el porqué de nuestro estado. ¿Por qué somos tan diferente a otros paises europeos donde, existiendo también crisis, salen de ella con muchisimo menos esfuerzo? ¿Qué es lo que debemos hacer para cambiar esto?.....

    Pero he aquí el punto de inflexión. La verdadera cuestión es ..... ¿QUEREMOS CAMBIAR?.

    Yo creo que no. Y por eso seguiremos con crisis tras crisis y diciendo ya vendrán tiempos mejores.....y bien seguro que llegarán......y de la misma forma se irán, tengamos un gobierno de izquierdas o de derechas, rojo o verde, (eso está claro).

    Por cierto, voy a tomarme la cerveza que se me calienta y se me pasan ya las 2 horas que me he cogido de mi horario de trabajo para almorzar. Voy a pagar con el dinerico negro que me saqué ayer con la chapucilla que hice, y después voy a ver al asesor para que me diga que chachullo tengo que hacer para no pagar en la declaración de la renta.

    ¡¡¡¡ Viva la virgen !!!!


    Un saludo.

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